Un grupo de estudiantes llevan su música al hospital | 10 JUN 18

El olvidao

No investigan, no miden nada, no efectúan valoraciones cualitativas, sólo tocan música y están
Autor/a: Dr. Ricardo Ricci, Sergio Mainero 

“No quiero de más quiero lo que es mío.
Al mazo trampiao voy a torcerle el destino
Levantate cagón que aquí canta un argentino!!!”

Esta es parte de la letra del Olvidao, una hermosa chacarera que interpretamos hoy. Cuenta acerca de cómo el pago de uno puede dejarnos solos y no reconocernos como parte de eso que llamamos nuestra comunidad, nuestra sociedad. De algún modo es lo que pasa con los enfermos. Los pacientes son internados en las salas de los hospitales para curar sus enfermedades y a veces, con el correr del tiempo, van siendo olvidados.

Cómo se siente un enfermo que hasta ayer andaba por la calle penando como todos nosotros y ahora ocupa una cama fría, rodeado de extraños que acaso pronto sean sus amigos? ¿Cómo se siente ese ‘olvidao’ que vemos todos los días sobreviviendo a la soledad esperando que se abra algún oído? Es urgente acercarles una palabra, un hombro, una sonrisa.

“Eso es lo que nos motivó a iniciar esta movida de ir al hospital con nuestros instrumentos para interpretar algunas melodías,  interpretando lo que nos sale del corazón. Tratamos de llegar a todos esos pacientes que por una u otra razón necesitan que una música los abrace”.

Sergio, estudiante de medicina de quinto año, me cuenta su experiencia y me da detalles de esta empresa en la que se encuentra involucrado junto con otros changos del mismo sentir. Sergio tiene 23 años e interpreta el violín y aporta la voz. José (29) es bioquímico e interpreta la guitarra, el violín y el cajón. Martín también es bioquímico y toca la flauta traversa. Giuliano estudia farmacia, tiene 25, canta y toca la guitarra. Marcelo (26) es músico y aporta su voz e interpreta la charanguita, los dos Emanueles (31 años) uno estudiante de psicología y el otro estudiante de abogacía y  técnico en administración de empresas tocan la guitarra y cantan. Los pacientes los identifican como los integrantes de “Música para el alma”, pero a ellos ese nombre no les gusta ni medio y prefieren denominarse simplemente ‘el grupo’.

Una vez por semana van al Hospital Centro de Salud y al Hospital de Día Néstor Kirchner de la capital tucumana con el propósito de pasar un rato compartiendo música con los internados en sus salas y con los familiares de ellos en las salas de espera. Se han acostumbrado a ver sonrisas en los ojos de los pacientes y lágrimas en los ojos de los papás, mamás y demás allegados.

A veces a la mañana y a veces a la siesta, interpretan sin ningún orden lo que su particular auditorio les solicita. Su repertorio es variado: folklore norteño, chamamés, cuecas y taquiraris. Valsecitos peruanos y también algo de rock nacional. Ellos lo afirman: “lo que más levanta son las chacareras”. Permanecen unas tres horas en el hospital y tocan cinco o seis piezas por sala; los pacientes siguen su recital casi completo porque la música se escucha desde salas contiguas. Cunden los aplausos y la agitación general. Los pacientes les piden los instrumentos para demostrar ellos mismos sus habilidades. El bombo, la caja, las manos o cualquier otro objeto son buenos para acompañar y participar del batifondo. Un chango de 26 años con cáncer de testículo pide algo de Los Huayras y canta emocionado cuando su pedido es satisfecho. Algunos hasta se atreven a tocar temas originales, de su propia autoría.

No investigan, no miden nada, no efectúan valoraciones cualitativas, sólo tocan música y están

 

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